miércoles, 31 de octubre de 2012

UNA VENTANA AL MUNDO

Fundación Abrir la Puerta ofrece a los niños de sectores desfavorecidos un espacio para jugar y poder ser eso: niños. La Escuela nº8 Nicolás de Avellaneda es uno de los centros donde realiza sus talleres

Por Vera Cataño

Fundación Abrir la Puerta
Se acerca el fin de la jornada en la Escuela nº8 Nicolás de Avellaneda y se siente la excitación de los niños que transitan los pasillos. En este centro estatal ubicado en el barrio de Tribunales el 98% de los alumnos son de la Villa 31. Los de segundo grado están de suerte: hoy les toca el taller de juego que organiza la Fundación Abrir la Puerta. Mariana y Dolores, las ludoeducadoras, ya han llegado y muchos se abalanzan sobre ellas para saludarlas. “Venimos a esta escuela desde el año pasado y es un lugar donde los chicos disfrutan mucho y nos muestran su reconocimiento”, explica Dolores.  

La Fundación Abrir la Puerta nació en junio de 2005 en la ciudad de Buenos Aires de la mano de Lila Villahoz con el objetivo de promover el derecho a jugar de los niños de entre 3 y 12 años de bajos recursos que viven en condiciones de hacinamiento y que a menudo cumplen roles de adultos en sus casas, como ocuparse del cuidado de sus hermanos menores. “La idea era poder brindarles algo que no tuviera que ver con lo material sino más bien con su crecimiento personal”, explica Lila, para quien el juego tuvo mucha importancia en su propia infancia e incluso todavía hoy con sus hijos: “Es algo que uno nunca debiera perder, no importa la edad que tenga”.

Ya están todos sentados en ronda en el patio y ahora los tres voluntarios que colaboran con la fundación se presentan. Un joven argentino y dos chicas de Estados Unidos. Una de ellas es Natalie, quien ya trabajó con niños en su Nueva York natal y destaca: “F.A.P trae los juegos con una sonrisa, no solamente una caja de cartón (…) Hay valor en el hecho de que los niños aprenden a respetar y escuchar. Se dan cuenta que si quieren jugar, tendrán que portarse bien”.

En general las actividades de la fundación trabajan siete inteligencias: musical, lingüística, matemática, espacial, corporal, intrapersonal e interpersonal. El programa madre es la juegoteca, un espacio de juego similar a los talleres pero de varios meses de duración, lo cual permite un seguimiento más exhaustivo. Sin embargo, las últimas dos juegotecas cerraron porque las organizaciones dueñas de los lugares necesitaban los espacios.

El programa de talleres de juego, en cambio, ha crecido tanto que se limita a cuatro sesiones por grado. Lila reconoce que no les alcanzan los recursos económicos para cubrir la demanda existente y por este motivo, además de recibir el apoyo de algunas empresas y organismos locales y estatales, están lanzando una campaña para recaudar fondos a través de donantes particulares mediante el pago de pequeñas cantidades con tarjeta de crédito. Pese a las dificultades, según sus cálculos, cada año más de 200 niños tienen acceso al juego gracias a los proyectos de la fundación.

El taller ya ha comenzado y se les reparte  una hoja donde deben dibujar a qué juegan en sus casas, en la escuela y en la plaza para más adelante hacer un mural y pintar una de las paredes de la escuela donde quedarán plasmados los distintos juegos. Luego de la concentración que les requiere a los chicos este ejercicio comienza la acción: el equipo de la fundación les propone aprender una danza y todo son cantos, gestos cada vez más rápidos y alegría. 

Daniel Staffora, director del colegio, valora muy positivamente los aportes de Abrir la Puerta. “Los chicos están encerrados en su barrio, por eso venir acá para jugar, aparte de aprender, es importantísimo. El juego abre puertas, ventanas, permite sueños… Para estos chicos no es sólo una distracción: les permite pensar y expresarse”.


Publicado en la revista argentina Tercer Sector nº 88 Septiembre-Octubre 2012